La Sirena
LA SIRENA
¿Qué sabes tú de mí?
¿qué, de mis noches bajo la luz del silencio,
de la clara luna que me envuelve en los escollos,
y convierte mi pena en peces
nadando a la deriva por el mar de los sueños?
¿Alguna vez sentiste
la inmensidad del océano en tu piel?
¿Conoces las cuevas de los arrecifes
donde las frías noches
se reúnen
y se hacen tan densas,
que pudieran cogerse
pedazos de húmeda oscuridad con las manos?
¿Recuerdas el instante que me transformó en agua?
Dormidos sobre el molde de las arenas
soñábamos ajenos, distantes,
que nos mirábamos
en un cuenco de agua fresca,
con sabor a barro profundo.
Me deseabas
pez
acariciándome las escamas,
escurriéndose entre tus piernas y tus nalgas,
Te anhelaba
desde el mar,
deslizándote por mi cabello de algas,
y el sueño cristalizó fuera de las mentes adormiladas.
Caí al hondo cántaro
y la reverberación del golpe
desbordó sus aguas.
Fui corriente abajo,
veloz,
entre las piedras,
las ramas,
los troncos,
aferrada a los pedazos de amor
que arrastraban las caudalosas aguas
y desemboqué en un inmenso mar,
con aletas,
con escamas,
con los ojos llenos de la tierra
que mi brillante cola no podría surcar.
Cuando despertaste
el desierto
con tus lágrimas
¡yo ya nadaba tan lejos!
De la mujer de arena sólo quedó
una pequeña poza de aqua
sopre las dunas que nos hicieron de almohada.
Habito desde entonces
en los arrecifes de un océano de sueños,
que no son los míos,
que afloran en tu conciencia,
y sólo durante las noches cálidas
bato mis aletas,
canto mis poemas
para velar tus sueños
y apaciguar las tormentosas soledades
de mis anhelos de raíces y piedras.
Luisa Gómez Gascón
(Agosto 1961-Feb 2011)
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