Entradas

Mostrando las entradas etiquetadas como Relato

La niña de las flores

Imagen
La niña de las flores A martamar   Aquel verano veía pasar de vez en cuando a una niña de edad próxima a la mía. Se dirigía a los prados situados sobre el pueblo llevando una cestita de mimbre cuyo contenido estaba cubierto por un paño de cocina. Suponía que llevaba el almuerzo a alguno de los pastores que cuidaban el ganado. Cuando regresaba, la cesta   se percibía más ligera y en su borde se veían asomar lirios, a veces un ramillete de margaritas, nazarenos quizá lavanda, alguna orquídea o amapola. Comencé a pensar en ella como “ la niña de las flores ”. Pasaba alegre y saltarina salvo que viera a alguna persona caminando por el lugar. La había descubierto a través del cristal del granero que daba al camino.   El hecho de que estuviera polvoriento y con telarañas lo convertía en un lugar de observación muy discreto Me gustaría hablarle e incluso algún día subir con ella a los pastos y participar en la elaboración del ramito. Se me hacía difícil contactarla pues yo enseguida

El río del tiempo

Imagen
  El río del tiempo   Había decidido retornar a la materia después de este período de “no tiempo” donde mi alma integraba las enseñanzas de la última vivencia. A pesar de las numerosas ocasiones en las que había pasado por este proceso, no me acababa de acostumbrar. Mientras mi cuerpo se iba formando, se definía, entendía que era la manera más lógica de entrar en esta 3D. Esa era la comprensión que emergía de mi esencia. Ésta tiene el conocimiento por tanto saber acumulado que podía usar, ya que aún no tenía el sentido de la separación que vendría. Mi alma seguía en estrecho contacto con el espíritu y ajena todavía a la densidad corpórea, mas esto iría modificándose. Estando en el vientre materno notaba las tensiones y preocupación de mi madre en el día a día. No sabía lo que pasaba, pero sentía enfados, tristeza, voces amargas y lloros, que me encogían el incipiente corazón. A pesar de que mi esencia estaba muy conectada con los aprendizajes anteriores y me transmitía comprensió

Convivencia

Imagen
CONVIVENCIA Me carga, me parece injusta la situación. Sólo levantarme y ya está demandando atención. Aún no me he preparado mi café y ya empieza a darme la brasa. -          “ ¿Dónde dejaste mi camisa azul clara?, sabes que es la que más me gusta y …” Salgo de la cocina sin decir nada pero con mala leche. Voy a su cuarto, abro el armario y descuelgo una de sus camisas azul claro. -          “ ¡ Tu camisa!. ¿No se te ha ocurrido mirar en el armario?. Cuando plancho tu ropa, la recojo en tu armario. ¿Se te olvida de un día para otro? -          “Papá me la dejaba en la silla, así bien puesta” -          “Papa, papá, – con retintín –papá ésto, papá lo otro. Lo que pasa es que te tenía muy consentido”. Se va por el pasillo, aún en batín, sin peinar y mormosteando “que ya podía quedar cómo le cuidaba papá”. Pienso para mí:- “No le escucho. No le escucho, que no es cuestión de enfadarse ya por la mañana” – Conecto la radio y sale la emisora local.   En tono alto: – “Mariano,

El becario

Imagen
  El becario Nos encarga la jefa de redacción hagamos un reportaje cuyo tema   central sea el amor. Reflexionaba Santiago Limón delante de su mesa, sin saber muy bien cómo abordar este reto. Se había incorporado como becario a la redacción del periódico de aquella capital de provincia. Las misiones que en las últimas semanas le habían encomendado, no sabía si calificarlas de nimiedades, emplumes o directamente marrones. Las noticias trascendentes, no las cubría él, desde luego. Lo mandaban a entrevistar al entrenador del equipo local, a cubrir el pequeño accidente del cruce de siempre o los problemas tontos que surgían en los barrios. Por fin un tema importante, universal diría, con el que podría lucirse. Su ego bien arropado de ímpetu juvenil, le indujo a elaborar un cuestionario con muchas preguntas. Descartó el hacer encuestas pues tendría que invertir demasiado tiempo y energía para recoger opiniones y datos, que tendría que agrupar y analizar. Empezaría visitando distint

La serpiente verde

Imagen
  Serpiente verde Viene de lejos, parece amenazante, pero eso surge de mi actitud defensiva, de la inseguridad, del temor. Todos los temores están ahí en un rincón, esperando el momento de expresarse. Al verla se manifiesta uno, representante de todos, el más miedoso y quizá es el más voluminoso de los temores, el que no aguanta más, da un paso al frente y me hace dar un paso atrás al verla. Una serpiente verde. Aumenta el miedo, retrocedo yo. “Es preciso que me mantenga” – pienso – se estabiliza el miedo. Doy un paso, merma el temor, se empequeñece y ella sinuosa sigue hacia mí con decisión aunque sin prisa. De pronto se yergue elevando un tercio de su longitud, como si calibrara los posibles peligros. Mi cuerpo quiere reaccionar, se empieza a erizar el vello de mis brazos. Respiro suavemente un poco más profundo, no la miro. Me centro en mi corazón volviendo a inhalar y exalar suave y profundo. Entonces giro la vista hacia ella y observo que me mira indiferente, como si fuera un ob

Temores

Imagen
  Temores Sale poco, se relaciona desde el balcón y pasea sus perros a horas intempestivas. Se protege la boca porque teme.   Los nombres de los canes Tristón, el viejo y Cobi, el cachorro. Hasta sus nombres dan pistas de que su mundo no se inclina precisamente al optimismo. Sus temores son tantos y tan variados. Teme quedarse sola, que se quemen sus propiedades, que sus hijos no sé qué, caerse, enfermar,… La enumeración es interminable. En cada ocasión que coincidimos, me cuenta alguno nuevo o me repasa uno anterior con un detalle añadido. Por supuesto el miedo principal es el que no se atreve a nombrar. Morir. -          “Nada, señora Nati, no se preocupe tanto. Mire lo que dice Gaspar el del otro bloque, “Hay que tener la mente ocupada con alguna afición y sobre todo nada de miedos, que bajan las defensas”. Él con ochenta y cuatro años, sigue yendo a su huerto a picar piedra. Está reproduciendo un capitel de una ermita de su pueblo y el hombre disfruta con eso”. Le cuento, le

En el lamasterio

Imagen
  En el lamasterio Llevaban escasos días entre nosotros. Un familiar trajo a los dos hermanos de una lejana aldea de las montañas pidiendo fueran acogidos en este lugar. Sus hermanos, a raíz de quedar huérfanos, habían sido repartidos entre distintos tíos. A él, Tulku, de siete años   y su hermano Chagdud de nueve, los habían asignado a nuestro monasterio. Era habitual entre los campesinos que alguno de sus hijos apendiera bajo la tutela de los lamas. La mayoría de ellos apreciaban a los monjes y aspiraban a tener un hijo entre ellos, donde recibiría formación y quizá un día dirigiría su propio centro religioso. En algunos casos una prole abundante, unida a la escasez de recursos influía más en estas incorporaciones que la misma vocación. El lama me encargó los tutelara aunque iban a estar en el grupo de los pequeños que dirigía un joven monje. Con respecto a ellos mi papel era observarlos de momento y con el tiempo, dirigir su formación espiritual. Les fue bien a los hermanos qu

Sonata triste

Imagen
  Sonata triste. ¿Cómo habíamos llegado a ésto?. Quizá el orgullo, la mala suerte, o un cúmulo de circunstancias habían hecho que nos deslizáramos por la pendiente. No supimos frenar, menos aún revertir. ¡Tantos cuentos acaban en boda!, tantos en “y fueron felices y comieron perdices”, pero es que no acaban ahí, los cortan ahí. Me gustaría ver a la princesa después de veinte años, al príncipe ya gordo y sin haber heredado el trono, tratando de educar a unos hijos consentidos y caprichosos imagino. Nos habíamos casado muy enamorados y de aquel amor habían nacido cuatro hijos que pronto se fueron despegando del hogar. La pequeña tomó la decisión de quedarse en casa cuando los demás hermanos habían partido. Fue un puntal para ambos y una gran ayuda para su madre, débil y silenciosa. Vivíamos en una casa de campo. Demasiado trabajo en el día a día que iba envolviendo a todos. Los bichos, las faenas de campo, los trabajos de la lana, el queso… La comunicación se fue reduciendo, tambié

La Fragua

Imagen
  La Fragua Hice un viaje pero no citaré las coordenadas, ni el idioma del lugar, tampoco las compañías. Siendo todo ello valioso y agradable, el viaje pareció ser a la Fragua de Vulcano. En realidad, fue al fondo de mí mismo a través del trabajo en esa fragua . Fue un tanto peculiar, pues no se ubicaba en ninguna caverna ni hacíamos encargos para Marte, sino en el interior de un frondoso bosque. Sus sobrias instalaciones abiertas en sus laterales, estaban cubiertas por una sencilla estructura que protegía de la lluvia ocasional. Estábamos rodeados de variadas y coloridas plantas. Unas tapizaban los suaves desniveles. Otras, robustas, poderosas, lo envolvían todo, acercando el horizonte colorido a un primer plano sobre el que asomaba algún pico cercano. Las áreas relacionadas con los distintos trabajos del proceso, estaban claramente delimitadas, aunque todas contiguas en la misma superficie. El atanor, situado a un nivel inferior se veía estrecho y profundo. Era alimentado por el

Reparaciones rápidas

Imagen
Reparaciones rápidas   “Reparaciones Rápidas”, eran las palabras que en colores vivos resaltaban en el letrero de aquel taller de costura de la calle comercial. Entré a preguntar si le darían vuelta al cuello de una camisa y a mi americana un tanto ajada que guardaba en casa. En la parte delantera del comercio, prendas confeccionadas y rollos de telas llenaban una estantería hasta el techo. Detrás del mostrador un orondo y sonriente señor, elegante, con un metro de los de tela alrededor de su cuello y unos manguitos en sus brazos me preguntó en qué podía servirme. Le expliqué. No podía permitirme encargar un traje y tenía en el horizonte unas oposiciones a las que debía presentarme con decoro. Me hizo pasar al taller para que quedara de acuerdo con la jefa del mismo que era quien organizaba el trabajo. Unas diez personas de distintas edades estaban concentradas en sus costuras. Casi todas en pequeñas sillas de anea, mirando lo que cosían mientras conversaban con quien tenían al lado. A

La Casa de Arriba

Imagen
  LA CASA DE ARRIBA A David y Clara -       “Hola ¿está el señor Miguel? – gritó Curro desde el patio de la casa, mirando escalera arriba. Una puerta se abrió y salió la dueña: “¿Quién llama?, ¡Ah! eres tú. ¿Qué querías? -       “Vengo a traer la llave. Me ha salido un trabajo en Francia y la dejo. Se me ha acabado el tajo aquí en el valle y vuelvo a Tarbes.” -       “Has aguantado. Hacía tiempo que un inquilino no duraba más de tres meses y tú casi has estado dos años. Vuelve cuando quieras.” “No creo” - respondió Curro – “si vuelvo al valle buscaré otra casa en otro pueblo. Ha sido duro” En Casa “Miguelón” se guardaban algunas llaves de edificios del pueblo. La de la iglesia, la de la escuela, que ahora se usaba para reuniones y en las fiestas para el campeonato de guiñote y la de la “Casa de Arriba”.   A pesar de que dos bordas más altas habían sido reconvertidas en viviendas, la seguían llamando así. Esta casa no tenía dueño, al parecer alguien se fue aprisa y corriendo