Tormenta
Tormenta
Era tormenta en ciernes, nacía
en el mar, me nutría en él y descargaba con facilidad incomodando a los barcos
de poco calado y poniendo en aprietos a aquellos pequeñitos que se habían
alejado inconscientemente de su lugar de protección o se habían encontrado conmigo
de forma inesperada.
Nacía una y otra vez para
aprender y mejorar mis técnicas de desplazamiento horizontal, mientras
acumulaba volumen. Luego incorporé un nuevo saber, el subir aprovechando las
corrientes cálidas, buscando el lugar apropiado para descargar. Allá veía un
grupo de barcos en busca de bancos de peces que se llevarían sin plantearse más
que el deseo de comercializar. Quizá descargaría ahí.
Aprendí a entrar en zonas no
marinas y vertí mi energía violenta sobre montañas y valles. Veía como se
desestabilizaban los terrenos, crecían los torrentes y ríos y causaba problemas
en las gentes. Luego observaba que les costaba volver a su equilibrio.
Empezaron a manipularme, debilitarme, tratar de disolverme y muchas veces lo
consiguieron. Pero yo era tenaz, era mi naturaleza, nacer, crecer y descargar
de forma suave o violenta.
Probé muchas formas, las
eléctricas eran las que más me gustaban. Estruendo, estruendo, rayos, chispas
y más estruendo. Me desplacé a zonas frías para convertirme en tormenta de
nieve, también de granizo en zonas templadas y de arena en zonas áridas. Fui
huracán y tifón, pero también garúa, chirimiri o calabobos según el lugar.
Pasaron los años y ahora veo
las cosas de forma distinta. Evito la confrontación, observo a mis enemigos
como si no existieran, no les pongo mucha atención y de forma impasible sigo mi
curso, renacer, nutrirme y descargar, una y otra vez. Aprendo, llevo un devenir
tranquilo, sin alardes, dejando constancia de mi potencial y mientras tanto,
SOY.
Álvaro –
Tormenta autoexistente azul – De la onda del Guerrero.
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