El río del tiempo

 

El río del tiempo

 Había decidido retornar a la materia después de este período de “no tiempo” donde mi alma integraba las enseñanzas de la última vivencia. A pesar de las numerosas ocasiones en las que había pasado por este proceso, no me acababa de acostumbrar.

Mientras mi cuerpo se iba formando, se definía, entendía que era la manera más lógica de entrar en esta 3D. Esa era la comprensión que emergía de mi esencia. Ésta tiene el conocimiento por tanto saber acumulado que podía usar, ya que aún no tenía el sentido de la separación que vendría. Mi alma seguía en estrecho contacto con el espíritu y ajena todavía a la densidad corpórea, mas esto iría modificándose.

Estando en el vientre materno notaba las tensiones y preocupación de mi madre en el día a día. No sabía lo que pasaba, pero sentía enfados, tristeza, voces amargas y lloros, que me encogían el incipiente corazón. A pesar de que mi esencia estaba muy conectada con los aprendizajes anteriores y me transmitía comprensión, el estar tomando contacto con la densidad, siempre me inducía a dudar de que encarnar de nuevo y en este cuerpo no había sido una elección acertada. Por otra parte había momentos reconfortantes y no pocos, cuando mi madre, relajada, ponía sus manos amorosas sobre su vientre. Daba yo una patada y notaba una emoción alegre que conectaba nuestros corazones. Se sumaba ocasionalmente  la alegría externa de mi padre y el calor de la mano masculina sobre las finas envolturas de los tejidos maternos y el líquido que me envolvía.

La imagen procede de: https://letsfamily.es/embarazo/el-desarrollo-del-oido-en-el-feto/

En mi vida anterior había pertenecido a una familia próspera en un país de extremo oriente. Numerosos sirvientes y grandes posesiones, con muchas facetas que atender hacía escaso el contacto con los hijos. Hizo de mí una criatura rebelde, siempre tratando de llamar su atención primero y luego buscando incomodarlos. Estuve en el ejército y eso me llevó a participar en una invasión de un país extranjero.

Esta vez había elegido una pareja humilde en una cultura europea que me depararía nuevos escenarios y experiencias diferentes. Suavemente iba percibiendo una especie de ritmo, ajetreo con sonidos fuertes y más luminosidad y períodos sin luz donde todo se paraba, incluidos los sonidos.

La fase de formación de mi cuerpo se estaba completando al notar la inquietud de mi madre. Las primeras contracciones me parecieron insinuaciones al principio, un aviso claro después y la orden perentoria de que iba a ser expulsado de ese acogedor lugar.

Dejé de estar en grato reposo para salir al frío, a los ruidos estridentes, las luces excesivas, los movimientos bruscos y pinchazos sorpresivos.

Fui arrojado al río del tiempo en el que navegaría mi vida no sé cuánto y no sé con quiénes. Mi alma seguiría conectada unos años a pesar de toda la programación de las personas del entorno. Poco a poco se iría quedando arrinconada, pero ella sabía, era paciente y sobre todo tenía tiempo. Encontraría los resortes que activarían de nuevo la conexión plena en ese navegar antes de llegar al mar inmenso, equilibrado, precioso.

De nuevo se uniría al espíritu para sumar saberes.

Álvaro

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